“Cualquiera que sea tu historia, bienvenido. Has emprendido un largo viaje hacia la honestidad sexual y la revelación personal. Puede ser un camino arduo, pero es el único modo de conseguir lo que deseas. En el decurso, te parecerá que hay un montón desalentadoramente grande de conocimientos que aprender; no te deseanimes. El Amo más perverso del mundo, la Dómina más imaginativa, empezaron igual que tú hoy: curiosos, excitados y algo inseguros.”
Pat Califia,
“SM. Los secretos del sadomasoquismo”

jueves, 21 de abril de 2016

La Figura Del Acosador Dentro Del BDSM. 5ta Parte

El Lado Oscuro Del Bdsm: Las Relaciones Destructivas. Por Felina.

9- El BDSM terapéutico

Las personas que han sufrido un maltrato, particularmente si éste ha sucedido en la infancia, han aprendido a asociar el cariño con la violencia, aprenden que para ser queridos, deben someterse a la otra persona y que las personas a las que aman, les harán sufrir. Para ellos, los malos tratos son cotidianos y no los toman como tales, sino que les parecen la norma natural. Por esta razón, son propensos a caer de adultos en relaciones destructivas, buscan la asociación entre amor y violencia que han vivido. Para estas personas, entrar en el BDSM puede ser una liberación, una forma de encauzar una pulsión violenta y autodestructiva de una manera lúdica y constructiva. 
En los trastornos de estrés postraumático, la terapia a seguir se llama “inoculación de estrés”. El trauma se recuerda y se revive de manera controlada y la persona se expone de manera lenta y progresiva a los estímulos que le dan miedo. En este sentido, el BDSM controlado y progresivo también puede ayudar a superar traumas. 
Recuerdo el caso (expuesto públicamente en mi foro de psicología) de una chica que había sido violada, y aquella experiencia, afectaba a su personalidad y le impedía tener relaciones sexuales satisfactorias. Pues bien, muy avergonzada, contaba que su actual novio, (que no sabía nada) le había propuesto atarla a la cama y ella, por no quedar como una “estrecha”, había accedido. Para su total sorpresa y bochorno, al ser atada, al principio, se sintió muy mal, pues le recordaba la experiencia sufrida, pero poco a poco, se sintió mucho mejor y al rato, realmente empezó a disfrutarlo. Sin saberlo, había comenzado de manera intuitiva una terapia de exposición, enfrentándose a sus recuerdos y superándolos. Ni que decir tiene que una práctica así, ni es aconsejable en todos los casos, ni debe llevarse a cabo por iniciativa propia sin la supervisión de un especialista. 
Puesto que el BDSM requiere introspección y hace que la persona reflexione sobre sí misma y se plantee cuales son sus límites, puede ayudar a enfrentarse y superar traumas que de otra forma, permanecían ocultos. 
Las personalidades masoquistas, (que nada tienen que ver con el masoquismo entendido como sado-maso) aquellas que sistemáticamente buscan su perdición, también pueden ayudarse con BDSM al canalizar este impulso hacia una vía muerta que no les hace daño. Véase la excelente película “La Secretaria”, donde la protagonista canaliza su deseo de hacerse daño hacia una relación BDSM satisfactoria Aquellas personas que tienen dificultades para cuidar de sí mismas o para enfrentarse a los retos de la vida cotidiana, pueden encontrar en el BDSM una vía de escape que les ayude a madurar. Un ejemplo muy bello sobre lo que quiero decir, lo pude ver con una pareja de amo y sumisa, en la cual ella era diabética. Por sí misma, se veía incapaz de resistir la tentación de tomar dulces, pero le era mucho más fácil soportar la dieta si ésta era un mandato directo de su amo, el cual la vigilaba estrechamente. Conozco otros ejemplos de amo y sumisa, (evidentemente, también deben darse entre ama y sumiso, pero no tengo experiencia directa) en las cuales bajo la dirección de su dueño, ellas han sido capaces de aprender a quererse, mejorar su formación y encontrar trabajo. Vuelvo a insistir en la idea de que nadie puede ayudar al que no se deja ayudar, pero otras personas necesitan ese pequeño empujón para encarrilar su vida. Igualmente es posible, que alguien que aparentemente es irresponsable con su propia vida, decida mejorar y tomar las riendas precisamente para ser capaz de dar ejemplo y ser mejor amo o ama. 

10 -Prácticas de riesgo psicológico en el BDSM

Por último y para finalizar este artículo, me gustaría llamar la atención sobre los peligros psicológicos que pueden acarrear las prácticas imprudentes, sobre los cuales, no se habla nunca.

1 Riesgos de las sesiones 

Las sesiones deben tener un comienzo y un final determinados, es importante pactar las señales de inicio, y de final, además de las palabras de seguridad. Es muy importante que el sumiso pueda anticipar en algún grado lo que puede ocurrirle durante la sesión, para no caer en el estado que señalábamos antes de indefensión aprendida. Las sesiones deben estar netamente separadas de la vida cotidiana por estas señales de comienzo y fin, aunque sea de forma sutil, porque si no, el juego deja de serlo invadiendo el espacio privado de la persona y distorsionando su percepción de la realidad. Cuando una persona experimenta un trauma violento, por ejemplo un asalto a su domicilio, esta sensación de vivir en un mundo seguro se desvanece y la persona entra en un estado de hipervigilancia (estar pendiente de los estímulos externos) que lleva a un estrés más allá del cual queda el agotamiento y la depresión. 
Jamás se deben emplear drogas o alcohol en las sesiones. Hay quien busca intensificar la sensación de placer o de peligro, a través de drogas, se pierde así el miedo al dolor, y se pueden soportar prácticas más extremas. Yo no lo aconsejo en absoluto, por cuanto considero que el BDSM ya lleva de por sí una carga emocional muy fuerte, que altera la percepción de la realidad, no hace falta introducir substancias químicas, que pueden interferir con aquellas que el cerebro produce de forma natural, formando un cóctel explosivo. Por ejemplo, el alcohol provoca desinhibición que puede llevar a perder el control sobre los actos, con todo lo que esto representa, pero además, al ser un depresor del sistema nervioso central, puede intensificar la sensación de desamparo y abandono que producen algunas sesiones y hacer caer al que lo sufre en un estado de depresión. La cocaína, que es un estimulante, multiplica los efectos naturales de la adrenalina natural, lo que puede conducir a un infarto. En cuanto a las drogas alucinógenas, “pastillas”, “polvo de ángel”, etc, si de por sí pueden provocar malos viajes, si le añadimos una deprivación sensorial4 por ejemplo, el viaje puede ser al psiquiátrico. Además, las drogas y el alcohol, hacen que nos perdamos muchos matices de la sesión, y por tanto, no la disfrutemos con plenitud. 
Mucho cuidado con los estados alterados de conciencia que se producen durante las sesiones. Me refiero al subespace y otros. En principio, el subespace es inocuo y parte 4 “Deprivación sensorial” es un término técnico que significa “carencia o falta de estimulación” de la propia experiencia del BDSM, pero siempre habría que evitar romper los límites psicológicos de la persona. Una sesión que conduce al llanto de quien la experimenta es peligrosa porque ha roto una barrera dentro de la psique de la persona y si este estado se produce a menudo, los participantes se verán seriamente afectados, digan lo que digan. No es bueno que la sumisa o sumiso acaben la sesión sintiéndose indefensos y vulnerables. En ese momento, si el amo acude a reconfortar al sumiso, (aftercare), el sumiso se sentirá agradecido y muy vinculado a su amo, pero ese vínculo, aunque emocionalmente muy gratificante, es perverso y adictivo, ya que conduce a la dependencia emocional. Llevar al sumiso al límite, y romper sus defensas psicológicas, para luego consolarle, es una práctica de alto riesgo y muy perjudicial para los participantes, no deja de ser el viejo juego de “poli bueno-poli malo” tan eficaz en los interrogatorios. 
Entre los estados alterados de conciencia, podríamos incluir la deprivación sensorial, es decir, tapar los sentidos del sumiso, en especial la vista. Cuando un sentido queda privado de entradas sensoriales, (tapado), los otros se agudizan y es un juego placentero cerrar los ojos y abandonarse a la voz que te habla en la oscuridad o estimular el tacto a través de unas manos que te acarician. Pero no se debe abusar, en especial si la deprivación se hace con máscaras y se acompaña de inmovilización, bien en un lugar estrecho y cerrado, bien con la momificación. Todos los animales superiores, necesitamos estimulación constante en el cerebro, incluso dormidos ya que durante el sueño el cerebro no cesa su actividad, sino todo lo contrario. Necesitamos procesar información porque estamos programados genéticamene para ello y cuando ésta nos falta, nos la inventamos, de ahí que las cámaras de meditación facilitan la concentración interior, al explotar la necesidad del cerebro de tener actividad y produce con ello una sensación de quietud y placer. Esto tiene una consecuencia muy peligrosa, si el estado de deprivación se prolonga más de cierto límite, la persona empieza a sufrir inevitablemente alucinaciones, primero auditivas y luego visuales. Este fenómeno es bien conocido para personas que quedan atrapadas en espacios muy pequeños, como montañeros o víctimas de un derrumbe. Más aún, al volver los sentidos, se produce un choque con la realidad, un aluvión de sensaciones, semejantes a lo que el deslumbramiento es para los ojos. La repetición continuada de este choque, conduce a la ideación paranoide, que se expresa en teorías rarísimas más o menos estructuradas que no tienen una base real. Este límite es imposible determinarlo con exactitud, porque depende de las personas y situaciones y desde luego, es posible entrenarlo. Para alguien sin experiencia, no recomiendo una deprivación sensorial que implique perdida de visión y reducción de sonido y tacto junto con la imovilización total, vaya más allá de 10 minutos dos veces al mes. A partir de ahí, con entrenamiento y un estrecha vigilancia se puede prolongar, pero nunca más de una hora una vez por semana. Cierto que algunas personas pueden aguantar mucho más sin problemas, pero los riesgo son muy altos, recordemos que el deterioro neuronal es acumulativo. 
El control de la respiración, aunque puede ser muy placentero, además de tener riesgos físicos evidentes, produce otros psicológicos no menos importantes, la falta de oxígeno en el cerebro también produce alucinaciones y la entrada masiva de oxigeno de repente en sangre por hiperventilación, al cesar la asfixia, produce mareo, y ataques de ansiedad. Absolutamente prohibida esta práctica para personas ansiosas, que sufran ataques de pánico o estén muy estresadas. 
La humillación verbal ha de ser muy cuidadosa. Los insultos explícitos son muy eróticos, y a mucha gente le excita que le digan palabras groseras, pero cuidado, un insulto que tiene una intención erótica, en realidad no es un insulto. Por mucho que a la otra persona le guste ser humillado verbalmente, hay cosas que jamás se deben decir, porque son lesivas y porque su uso continuado, hace que la otra persona se las crea. Por ejemplo una sumisa, puede ser una “puta”, “perra”, “sucia” etc, pero jamás de los jamases “gorda”, “fea” o “desgraciada”, ni aún cuando ella misma lo pida. Así mismo, un sumiso puede ser “degenerado”, “calzonazos”, “pichafloja”, pero no “vago”, “inútil” o “impotente”. Cuidado con el uso que se hace de las palabras, son más hirientes que el látigo y las heridas no se ven. 

2 Riesgos de las relaciones BDSM

Por principio, yo no recomiendo a nadie una relación 24/7 continuada en el tiempo, pues es casi imposible que la desigualdad en el rol no afecte a la autoestima y el equilibrio emocional de los participantes. 
No lo digo solo yo, la propia Dómina Zara en su libro “Soy un sueño”, capítulo 4 “El mito de la entrega total” , página 69, dice textualmente: 
“Llegar a este estado sería, tanto para unos como para otros, cumplir cien por cien, sus sueños más íntimos, sus fantasías más profundas, y si la relación que se plantee es consentida y pactada no veo en ella nada reprobable. El problema que veo es que resulta imposible llevarla a cabo, al menos durante largos periodos de tiempo continuado y que de ella puedan derivarse secuelas de obsesión, dependencia y anulación de la personalidad, según he tenido ocasión de observar en alguna ocasión”. 
De querer vivir una relación de este tipo, se hace indispensable pactar momentos de “descanso” y áreas de intimidad privada que el otro miembro no puede acceder. La entrega total hacia el otro, es una utopía que en la vida real no es deseable puesto que una persona sin voluntad propia y un criterio particular, pierde la esencia misma de lo que le convierte en persona. De ninguna manera pueden verse afectados ni el desenvolvimiento laboral ni el entorno social o familiar de los participantes. Absolutamente prohibidas en el caso de que en el domicilio habiten terceras personas, en particular si son niños pequeños. Es cierto que algunas parejas muy concretas viven un aparente 24/7 idílico, estas parejas (cuando no son una farsa o un acto de teatro cara a la galería) lo consiguen convirtiendo el BDSM en una serie de actos íntimos de complicidad mutua, tales como servir el vino al comer y cosas parecidas, pero nunca con la anulación de los participantes. Insisto en que el BDSM está muy lejos de ser un “yo mando, tu obedeces”. 
Es peligroso para una pareja BDSM aislarse socialmente, y no comunicarse con otras personas que comparten sus gustos y su filosofía. No todos tenemos porque ir a locales y fiestas si estos no nos agradan, y jugar con otras personas no es del agrado de todos los practicantes del BDSM, pero sí es bueno y deseable hablar, o chatear o escribirse con otras personas, leer artículos o blogs, participar en foros o quedar en persona con otras parejas para tomar un café. Es peligroso porque pierden la noción de pertenecer a una comunidad y les lleva a creerse únicos o “raros”, perdiendo la noción de lo que son prácticas habituales y de lo que no, sin ser capaces de identificar los factores de riesgo en sus prácticas. 
Hace unos meses, en el programa radiofónico, “Hablar por Hablar”, se escuchaba la angustiosa llamada de un oyente que practicaba el sado con su pareja, alternando en los roles de dominación-sumisión. En esta pareja, la mujer quería experiencias más fuertes, y presionaba a su marido, el cual estaba muy asustado. Mi amo (Shere Khan) llamó al programa y entre las bromas y risas maliciosas de la presentadora, aconsejó a la pareja no permanecer más tiempo aislada, porque el absoluto secretismo les impedía aceptar el BDSM con naturalidad y por tanto ser capaces de negociar, hablar las cosas y llegar a un acuerdo. 
Dentro de la pareja, que uno de los miembros quiera ir más lejos que el otro, es sin duda, una fuente de conflicto. El que quiere más se sentirá frustrado si no lo consigue y el que está satisfecho se sentirá forzado a ir donde no quiere. Con paciencia, con respeto y persuasión, puede ser muy bonito convencer a tu pareja de ir más allá. Ir más allá de lo que uno creía posible y obtener placer de lo desconocido, es uno de los retos personales que plantea el BDSM, es un descubrimiento interior que puede ser muy satisfactorio, pero tiene grandes riesgos. Los límites deben romperse poco a poco, con paciencia y en pequeñas dosis, cuando uno se sienta preparado para ello, sin hacer actos que nos violentan o nos repugnan sólo para complacer a otro. Las personas tienen una barrera psicológica de lo que pueden soportar sin sufrir traumas psicológicos importantes, esta barrera es bastante flexible, pero tiene límites definidos que no conviene romper y que son individuales para cada uno. Nunca se debe forzar a nadie a hacer lo que no quiera, ni por la fuerza, ni por la coacción. Nosotros más que nadie debemos tener claro que no, es no. 
No es prudente comenzar prácticas BDSM en la adolescencia. Cierto que algunos adolescentes tienen la madurez suficiente como para adentrarse en el BDSM con seguridad, pero esa no es la norma. Los adolescentes carecen de una percepción realista del riesgo y experimentan un ansia por descubrir y por encontrar sensaciones nuevas que les hagan probarse a sí mismos, pero precisamente este ansia les convierte en perfectos candidatos a prácticas de riesgo, no siendo capaces de establecer límites y barreras, confundiendo las fantasías sexuales con la vida real. Para ser exactos, la primera experiencia sentimental nunca debería ser BDSM, porque entonces el individuo establece una conexión muy peligrosa entre amor y violencia que le llevará a buscar compulsivamente relaciones de este tipo cada vez más extremas, eso sin contar que son un buen cebo para desaprensivos que abusen de ellos. Ya sé que muchos de nosotros tenemos fantasías BDSM desde la infancia, y desde luego, ¿quién no ha soñado con pervertir una jovencita? Pero insisto que desde el punto de vista del desarrollo psicológico de la personalidad, no son positivas las experiencias tempranas, que crean una impronta imposible de borrar y condicionan las experiencias posteriores. 
Los practicantes del BDSM, en especial los muy fetichistas, tendemos a ser obsesivos en nuestros gustos, queremos las sesiones de tal y tal manera y nos gustan tales y tales prendas. No es bueno centrase siempre en prácticas ritualizadas que ordenan los estímulos sexuales siempre de la misma manera. Esto, además de empobrecer las prácticas posibles y limitar el descubrimiento personal, produce neurosis obsesivas, en las cuales si los estímulos no están ordenados adecuadamente, la persona no se excita. Dicho de otra manera, si las sesiones son siempre iguales y siempre buscamos la misma ropa, acabaremos por no encontrar placer en nada más, y crear conflictos de pareja si la otra persona se aburre. 
El BDSM puede crear adicción. No es una frase publicitaria, todos los estímulos placenteros son potencialmente adictivos y cuando se juega fuerte con las emociones, se engancha. No confundamos la exploración en busca de nuevas sensaciones, con la necesidad compulsiva de ir más allá en las sesiones, porque no sabemos dónde vamos a llegar. He oído muchas veces comentarios de personas asustadas de lo que eran capaces de llegar a hacer por la consecución de esa necesidad de ir más lejos. En el BDSM, el placer sexual se desvía del coito hacia objetos o prácticas concretas, en las cuales, muchas veces, ni siquiera se produce un acercamiento sexual explícito. Para ser más concreta, diré que existen dos riesgos muy claros: uno engancharse psicológicamene siendo incapaces de pensar en otra cosa que no sea en las sesiones y en su ejecución y el otro riesgo claro y manifiesto, que muchos no reconocen, es el deseo sexual inhibido o directamente la impotencia. No quiero decir que practicar BDSM crea impotencia, porque no sería verdad, sólo aviso de que centrarse obsesivamente en los mismos estímulos una y otra vez tiene ese riesgo. Esto es así, porque el individuo, más frecuentemente en hombres, se acostumbra a estímulos sensoriales y fantasías cada vez más fuertes y ya no se excita con facilidad. Me temo que esa es la razón por la cual algunos hombres no consideran el coito como parte del BDSM (la otra razón es porque de esa manera no se consideran infieles a sus parejas vainilla). Las mujeres, al no tener tan focalizada la excitación sexual, somos más impermeables a este problema, aunque también puede darse, evidentemente. Por esta razón, es bueno alternar de vez en cuando prácticas más convencionales en nuestra vida sexual y tener periodos de descanso. 
Con todo, el mayor riesgo que corren los practicantes del BDSM, es el de confundir la realidad con la ficción, llegar a creerse más allá de lo razonable sus respectivos roles y tomar las reglas del juego, por axiomas incuestionables. Es muy difícil someter a una persona a sesiones de BDSM periódicas sin creerse de verdad ser superior psicológica e intelectualmente hablado y para el sometido creerse realmente inferior al dominante. Es muy difícil separar las sesiones de la realidad y hay que tener siempre claro, que el BDSM es ante todo y sobre todo, un juego de rol con una finalidad erótica. Hacemos esto porque sexualmente nos excita, lo demás es filosofía barata, así pues, tengamos los pies en el suelo, para poder poner la cabeza en las nubes. 
No quisiera terminar este epígrafe dando una visión innecesariamente alarmista del BDSM, no es mi intención asustar a nadie, solo dejar constancia que no es un juego inocuo, que se habla muy poco de los riesgos psicológicos que comporta y alguien tenía que avisar. Sin embargo, la mayoría de estos peligros se pueden sortear sólo con un poco de sentido común y siendo moderado en las prácticas, que al fin y al cabo, es lo que hacemos la mayoría. 

11. Resumen

El BDSM, en su concepción, nada tiene que ver con el sexismo y los malos tratos, sin embargo, no está libre de caer en los tópicos machistas que imperan en nuestra sociedad. Pensar que la sumisión es el estado natural de las mujeres, es intrínseco a muchas prácticas y teorías en nuestra comunidad. Así mismo, vestir de mujer a un hombre, para humillarlo, no deja de ser una forma de desprecio hacia la condición femenina. 
Al margen de estos planteamientos, una pareja BDSM, debe plantearse los mismos retos que una pareja vainilla: aceptarse, respetarse y aprender a convivir. Las bases de la relación, son exactamente las mismas y por tanto, todas las parejas, deben aprender a resolver sus conflictos, a gestionar las dificultades de la vida cotidiana y a tolerar los defectos y manías del otro, sean o no relaciones de D/S. 
Dentro de las relaciones humanas, es particularmente dañino un personaje que todos hemos conocido alguna vez, esto es, el acosador. Puede ser hombre o mujer, dominante o sumiso, pero siempre manipulador, egocéntrico, egoísta y capaz de destruir a aquellos que tiene alrededor. Dentro del BDSM, estas personas encuentran la justificación perfecta a sus actos, ya que les proporciona el marco ideal para su despotismo. Las agresiones, físicas, sexuales o psicológicas, son totalmente ajenas a la filosofía del BDSM, pero no así a su realidad cotidiana ya que los límites entre una entrega voluntaria y la anulación de la pareja, así como la línea que separa una sesión de una agresión, es muy fina y llena de recovecos oscuros. 
Se habla muy poco de los peligros psicológicos de algunas de las prácticas comunes del BDSM, que pueden tener consecuencias mucho más graves que el riesgo de lesiones físicas y por ello hay que conocerlos y tenerlos en cuenta. 
El BDSM, no es en sí mismo peligroso, el riesgo está en no tener los conceptos claros, en tropezar con desaprensivos, en no tener en cuenta cierto mínimo sentido común en las sesiones y en dejarnos arrastrar sin pensar en las consecuencias, exactamente igual que ocurre en todos los ámbitos de la realidad, o al menos en aquellos que hacen la vida interesante. 

12. Bibliografía

No hay ningún artículo o libro que trate específicamente este tema, al menos que yo conozca. Sin embargo, puedo recomendar las siguientes lecturas: 
Sobre BDSM. 
“Soy un sueño”. Dómina Zara. Plaza Janés. 2005 Excelente biografía de un de los iconos del BDSM en España. Un libro desmitificador y muy ameno, pleno de sentido común, que es el menos común de los sentidos, y donde se comentan algunos puntos oscuros del BDSM. Aprovecho para señalar que todos los párrafos del libro citados en el texto han tenido permiso de la autora.
 “El masoquismo como práctica Sexual consensuada. La experiencia de las lesbianas”. Liliana Gómez Villa. Cuadernos BDSM Especial nº1. Estupendo trabajo de investigación, en parte autobiográfico por parte de esta psicóloga colombiana. 
Sobre maltrato. 
Existen en el mercado muchísima bibliográfica sobre este tema, pero me atrevo a recomendar en concreto estos libros, que son amenos, claros y van directos a la problemática en cuestión. 
“El Acoso moral”. Mari-France Hirigoyen. Paidós 1998. 
“La trampa de los manipuladores”. Graciela Chiale y Gloria Husmann. RBA 2009
“Amores que matan”. Vicente Garrido. Algar 2001.
“Difíciles de amar”. Javier de las Heras. Espasa Calpe 2001

Por último, me gustaría añadir mi email donde recibiré, gustosa, comentarios, dudas, críticas (espero que pocas), felicitaciones (mejor si son muchas) y por supuesto, vivencias personales: felinamiamor2@yahoo.es

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