“Cualquiera que sea tu historia, bienvenido. Has emprendido un largo viaje hacia la honestidad sexual y la revelación personal. Puede ser un camino arduo, pero es el único modo de conseguir lo que deseas. En el decurso, te parecerá que hay un montón desalentadoramente grande de conocimientos que aprender; no te deseanimes. El Amo más perverso del mundo, la Dómina más imaginativa, empezaron igual que tú hoy: curiosos, excitados y algo inseguros.”
Pat Califia,
“SM. Los secretos del sadomasoquismo”

miércoles, 20 de abril de 2016

La Figura Del Acosador Dentro Del BDSM. 4ta Parte

El Lado Oscuro Del Bdsm: Las Relaciones Destructivas. Por Felina.


8. Justificación De La Violencia Dentro Y Fuera Del Bdsm

1 Justificaciones del agresor

Cuando la violencia dentro de la pareja se ejerce del hombre hacia la mujer, casi seguro tendrá una base machista. Hoy en día ya no se acepta en voz alta la agresión como algo necesario para el sometimiento femenino como esposa y madre, pero persiste esta idea expresada en formas más sutiles. Difícilmente un hombre acepta con naturalidad que su mujer gane más dinero o sea más inteligente y lo demuestre. Sin embargo, hay que entender que la violencia no es ni causa, ni consecuencia de otros factores, no está causada por el alcohol, la penuria económica, los celos o la envidia, sino que es un fin en sí misma y se utiliza para controlar y dominar a la otra persona, otra cosa son las justificaciones que luego se le pretendan buscar. Existen muchos prejuicios en torno al maltrato, como ya hemos visto y muchas creencias erróneas. 
El agresor se justifica sobre todo con los siguientes argumentos: 
− El/ella me provoca. 
− Se lo tiene merecido. 
− Me engaña con otros. 
− No es para tanto, es una exagerada/do. 
− No puedo controlarme, no tengo paciencia. 
− Tengo muchos problemas en el trabajo, en casa, tengo que desahogarme. 
− Estoy intentando cambiar, pero no es fácil. 
Muy rara vez el agresor se reconoce como tal, son pocos los agresores que atacan deliberadamente con la intención fría y manifiesta de hacer daño (aunque los hay, vaya que sí). Por principio, todo el mundo se considera buena persona. Existe en psicología un principio llamado “disonancia cognitiva” (Festinger 1957) que dice que las creencias, los actos y los sentimientos de una persona, deben estar siempre en armonía para mantener el equilibrio emocional y no perder el autoconcepto. Es decir, si yo soy buena persona pero hago actos dañinos, (disonancia) tengo que darle una justificación para no sentirme culpable, y lo más sencillo es “se lo merece”. Así se explica que personas buenas, puedan hacer cosas horribles sin perder la cordura, ni la propia autoestima. Pensemos en un general que cree sinceramente en el honor y la defensa de los débiles y de la patria y sin embargo, en un momento dado se ve impulsado por la situación política a ordenar una matanza entre sus propios compatriotas. La solución más sencilla a este dilema, para seguir manteniendo la autoestima intacta y seguir considerándose un hombre de honor, es despersonificar a las personas que ha ordenado matar, y considerarlos poco menos que demonios sobre los que es válida cualquier violencia. 

2. Justificaciones de la víctima 

La víctima justifica la agresión así: 
− Me lo he merecido, yo le provoqué, si tengo cuidado y hago las cosas como el quiere no pasará nada. 
− No puede evitarlo, no sabe controlarse. 
− Si me sacrifico al final tendré mi recompensa, al final se dará cuenta y cambiará. 
− Es muy bueno conmigo y muy buena persona, sólo son momentos puntuales. 
− Es el trabajo, el alcohol, la influencia de terceros... 
− Es como un niño, con paciencia y dedicación cambiará. 
− Es culpa mía por permitirlo, no quiero que nadie lo sepa, los trapos sucios se lavan en casa.
 Volvemos al principio de disonancia cognitiva, si su comportamiento conmigo es malo, pero sigo con él, (disonancia) o bien tengo que aceptar que estoy siendo bastante idiota (y a nadie le gusta considerarse idiota), o bien busco una justificación a sus actos. Para una persona, es mucho menos dañino encontrar una explicación de la agresión del otro, por muy rocambolesca que sea la causa, que no encontrar ninguna razón, ya que esto último es mucho más perturbador, porque desencaja completamente los esquemas aprendidos de cómo es el mundo y cómo debemos relacionarnos con los demás. Siempre buscamos justificaciones a nuestros actos y a los actos de los demás, porque de esta manera, resulta menos aterradora la experiencia y podemos llegar a encajarla en nuestra experiencia vital. 

3 Justificaciones de la sociedad

La sociedad justifica la agresión de la siguiente manera: 
− Si ella no le deja, será que le gusta o no es para tanto. 
− Ella se lo merece por tonta, por provocarlo, por ser débil... 
− Son personas sin cultura, sin recursos, extranjeros. 
− Él está loco, es un enfermo. − Esto sólo sucede en sitios deprimidos, atrasados, no es algo que tenga cerca. 
− Son cosas de pareja, nadie debe meterse. 
Como veíamos en el punto anterior, resulta más tranquilizador buscar las causas a las acciones de los demás. Existe un concepto llamado “creencia en un mundo justo”, por la cual, tenemos tendencia a creer que las cosas malas solo les ocurren a aquellas personas que las merecen, como si la vida la escribiera un guionista de televisión. Los indigentes, son borrachos y drogadictos, los emigrantes, son vagos y maleantes, las víctimas de un atraco, fueron imprudentes, etc. De esta manera, por muy cercana que haya sido la experiencia a nosotros, podemos auto convencernos de que a nosotros no nos puede pasar. Se crea así un fenómeno llamado “victimización secundaria”, por la cual, se echa la culpa al agredido de su propia agresión. Es muy típico de las violaciones, pensar que “ella se lo buscó”, pero ocurre en otros muchos ámbitos de la vida cotidiana. Si despiden a un compañero nuestro de forma repentina, en seguida pensaremos que el otro no trabajaba bien, y por tanto, él mismo provocó su desgracia. También por esta razón, las personas que sufren un terremoto, aún cuando las consecuencias sean físicamente más graves, tienden a experimentar un trauma psicológico menos severo que si sufren un atentado terrorista, por cuanto el segundo ataca las creencias más íntimas de la persona en relación a los demás. 

4 Justificaciones específicas del BDSM

Entre los practicantes del BDSM, existe un sentimiento generalizado de considerarnos por encima de los “vainilla”. (No es exclusivo, el sentimiento de superioridad se produce en todos los grupos humanos sea cual sea su afiliación, esto produce la llamada “cohesión grupal”). No es un pensamiento consciente, ni mucho menos racional, pero es evidente que consideramos nuestra vivencia sexual más profunda, más enriquecedora que las prácticas habituales. Así pues, nos consideramos inmunes a los problemas de violencia en la dominación/sumisión. Puesto que las sesiones son pactadas y los límites respetados, y esto requiere grandes dosis de autoconocimiento y mucha responsabilidad, no es posible que se produzcan situaciones de agresión real y en el caso de que surjan, siempre serán minoritarias por parte de gente que no entiende el BDSM. Nada más falso, por desgracia. El BDSM proporciona un marco perfecto de ocultación de la violencia, tal y como una selva sería el lugar perfecto para ocultar una planta de plástico. 

El agresor/-a dominante se justifica así: 
− Estoy educándote, llevándote más allá de ti mismo para que experimentes una sensación única y aprendas a conocerte. 
− Tienes que mejorar tu entrega. Sufrir por tu amo es lo más hermoso que puedes darle. 
− Si me dices lo que te gusta y lo que estás dispuesta a hacer, entonces eres un “falso sumiso”. 
− Debes aprender a complacerme en todo, debes aprender a ser feliz a través de tu amo. 
− Quiero que todos puedan admirar lo buen sumiso que eres. 
− No mereces el tiempo y la atención que te dedico. 
− Tengo muchísimos haciendo cola por mí, en cualquier momento te dejo. 

El agresor/-a que es sumiso/a, dirá que: 
− Mi entrega es verdadera y completa, pero tú no la aprecias. 
− No te implicas en la relación tanto como yo. 
− No eres capaz de darme lo que necesito. 
− Si te persigo y te agobio es porque te idolatro. 
− Lo hice para provocarte y que me castigues. 
− Sin ti me moriré, si no me das lo que necesito haré una locura. 
− No eres lo bastante hombre/mujer para mí. 
− No pude contenerme, enséñame a cambiar. 

El agredido que es amo pensará que: 
− Soy demasiado blando, no valgo como amo, por tanto siento vergüenza y lo escondo. 
− Soy yo quien debe ser superior y mejorar su educación, si se comporta mal conmigo es fallo mío, por tanto lo merezco. 
− Depende de mí, no puedo dejarle o se destruirá el mismo. 
− Puedo ayudarle a ser de verdad sumiso. 
− En realidad está confuso en su papel, el BDSM requiere tiempo. 
− Tengo que tener más paciencia, con cariño y firmeza lo conseguiré. 

La víctima sumisa se justificará más o menos, con estos argumentos: 
− Me siento orgullosa de mi sufrimiento, soy buen sumiso y todo el mundo lo verá así y él al final lo reconocerá. 
− No me estoy entregando lo suficiente, debo esforzarme más en ser buen sumiso, hay docenas que podrían ocupar mi lugar. 
− Lo hace por mi bien, por mi educación. 
− Ël sabe que yo le doy todo, no lo dice porque es su papel de amo. 
− Me gusta que sea así de duro, yo lo he querido. 

La comunidad BDSM, generalmente no lo verá ya que la privacidad dentro de la pareja es sagrada para los practicantes de la D/S. En el caso de detectar “algo raro”, pensarán que: 
− Si están juntos, será que les gusta así. 
− Tienen un nivel muy alto de BDSM, o practican el 24/7. 
− Es admirable la entrega del sumiso. 
− Es admirable el grado de dominación del amo sobre su sumisa. 
Si lo comparamos, veremos que las justificaciones de la población general y de los integrantes del BDSM, son prácticamente las mismas, con un barniz de filosofía D/S. Opino que es mucho más difícil detectar la violencia dentro del BDSM, porque no puede medirse por las prácticas de las sesiones, que pueden llegar a ser extremas, sin que puedan considerarse una agresión propiamente dicha. Pero como ya dije en otro artículo, en los pocos casos que yo he visto que hayan salido a la luz, el rechazo hacia los agresores, ha sido unánime, contundente y absoluto, lo cual demuestra que sí existe una sensibilidad especial hacia estos temas. 

5 Cómo detectar a un acosador

Insisto en que yo no escribo este artículo para asustar a nadie, ni quiero dar por sentado que el BDSM es una práctica de riesgo. Tiene sus riesgos, esto es claro y evidente y por ello conviene alertar sobre los mismos para que no nos pillen por sorpresa, pero no más que una relación de pareja convencional. Vivir es peligroso en sí mismo. Practicar BDSM es menos peligroso que conducir todos los días al trabajo. 

En las primeras fases de la relación desconfía sí: 
− La otra persona insiste en tomar tus datos personales, números de teléfono, direcciones, fotografías con cara. No des estos datos nunca por Internet y si eres mujer, jamás des tu número de teléfono por mucho que insista, te lo digo por experiencia. 
− Te piden regalos o te hacen regalos costosos. 
− Te envía demasiados emails, llamadas perdidas, sms diciendo lo maravilloso que eres y lo mucho que te necesita. 
− No respetan tus gustos y preferencias, (ojo con aquello de “te voy a dar una sorpresa”). 
− Queda siempre en algún lugar público y no quedes para una primera sesión si antes no lo has conocido en persona y habéis hablado lo suficiente. 
− Se mete en tu vida, te da consejos de cómo vivirla sin conocerte apenas de nada. − Sólo habla de él y sobre él, no escucha. 
− Está muy pagado de sí mismo y se considera un experto en todo. 
− Te trata con superioridad, como si fueras ignorante. 
− Te habla de relaciones anteriores sin respetar la intimidad de terceras personas, pues hará lo mismo contigo. 
− Pregunta demasiado y de manera muy insistente sobre aspectos íntimos de tu vida. 
− No permitas que te toque si no lo has autorizado expresamente, huye de todos los que intentan “meterte mano” o te agarran con excesiva brusquedad a la primera ocasión, si no respeta tu espacio físico, no respetará tu intimidad psicológica. 
− Desconfía de todos aquellos amos que defienden la autoridad del amo y la entrega de la sumisa como algo superior, detrás se oculta un machismo muy mal disimulado. 
− No sigas adelante si la otra persona utiliza el silencio para darte a entender su superioridad o al contrario, su vulnerabilidad, o sólo quiere hablar de las sesiones. Si no hay una conversación fluida fuera del tema BDSM, no hay base suficiente para ir más allá. 
Existen dos claves que te van a dar la pauta de cuándo puedes avanzar un paso más con una persona. La primera es que la conversación sea amena, sin temas forzados, sin silencios incómodos y sin monólogos insistentes. La segunda y más importante, es el lenguaje no verbal, que respete tu espacio personal, que sus gestos coincidan con el tono de voz, que no sea rígido e inexpresivo y que no dé muestras de incongruencia entre lo que dice y lo que piensa. En fin, ese sería tema para otro artículo, pero aunque desde luego no es infalible, el estudio de los gestos, el tono e inflexiones de la voz, nos da muchas pistas para saber cuales son las intenciones de la otra persona. Generalmente, tomando algunas precauciones muy básicas, (que mucha gente se salta) no hay ningún problema, yo he tenido docenas de citas y no he tenido que enfrentarme nunca a una situación que no pudiera manejar, pero me consta que hay sumisas que sí han tenido experiencias muy desagradables al quedar con alguien que conocieron en la red, por no tener el sentido común de no dejarse encerrar, ni atar, por un desconocido. 

Una vez avanza la relación, hay que tener claras, muy claras estas premisas muy importantes: 
− Si te hace daño, no es BDSM. Ya lo he dicho con anterioridad, pero es tan básico y tan elemental que necesitaba repetirlo. 
− Si no eres feliz, si los momentos malos superan a los buenos, si te sientes inútil, desgraciado, ninguneado, la relación no va bien. Sufrir para que otro pueda ser feliz es una solemne memez y acaba mal siempre. 
− No puedes ayudar a quien no quiere ayudarse, si el otro tiene problemas graves, y no quiere poner de su parte, tú no lograrás mejorar su situación por mucho que le quieras. 
− Si te trata mal, no te está educando, ni está progresando en su educación, te está maltratando. Huye de quien te trata mal, acercate a quien te trata bien. Es una máxima muy sencilla, pero ¡qué difícil es cumplirlo! 
− Entregarse no es estar a disposición de la otra persona, “yo hago lo que quiero y tú lo que yo diga”, no es BDSM. 
− Quien más te amenaza con irse y abandonarte, más miedo tiene a que te vayas y le abandones, y en todo caso, si es para pasarlo mal, no vale la pena. 
− No dejes de quedar con la gente que te gusta y te quiere lo diga quien lo diga, apoyate en los que te aprecian. 
No puedo darte consejos más prácticos y ya sé que es muy fácil decirlo y muy difícil hacerlo, pero todo depende de la persona y las situaciones, cada caso es particular. Si conoces otras personas que viven el BDSM, no dudes en confiar en ellas, si tú no hablas, todo el mundo respeta tu intimidad y no se meten, pero si lo cuentas, verás como se implican y te apoyan. Olvida ya la idea de que estas así por culpa tuya y te lo mereces, convéncete de que te han engañado y pudo pasarle a cualquiera. Si a pesar de todo te sientes atrapado y perdido, debo decirte que los profesionales de la psicología podemos ayudarte, olvida esa idea de que te dirán que estás loco o eres un pervertido por practicar BDSM, muy al contrario, probablemente somos quienes mejor entendemos la diversidad de la sexualidad humana y estamos aquí para eso. 

6 Signos externos de la relación destructiva

Tenemos la sana costumbre de mirar hacia otro lado respetando a rajatabla la privacidad de los demás y aceptando las diferencias en la sexualidad como algo natural y esto está bien, siempre que no se convierta en ceguera ante lo que no debe tolerarse. Reconozco que es muy difícil reconocer una relación destructiva sólo con verla, aunque hay algunas señales si se conoce un poco a la pareja y la degradación está muy avanzada. Es más fácil detectar la relación de maltrato amo-sumisa, otras formas de agresión son más difícilmente perceptibles. 

Estas son algunas de las pautas a tener en cuenta: 
− Los sumisos y sumisas satisfechos de sí mismos están contentos, ríen y hablan y se les ve sonriendo. Por muy metido que esté en su papel, si se le ve siempre serio y triste, no habla con nadie y se mantiene cabizbajo siempre, algo va mal. 
− El amo denigra a su sumiso en público. Es decir, una cosa es la humillación verbal con intención erótica y otra el desprecio. Para un amo, su sumiso será siempre el mejor y viceversa. − El grado de las sesiones es alto, practican a menudo el aftercare y otros estados alterados de conciencia. − Presumen de que su sumisa aguanta mucho. 
− Ella se muestra temerosa, se aparta al ser tocada, se estremece asustada en las sesiones. 
− No hay interacción entre ellos en forma de ternura, o humor. 
− El sumiso no tiene otro tema de conversación que no sea su amo, el amo sólo habla de sí mismo. 
Pero lo mejor es estar abierto a las confesiones de las otras personas y apoyar siempre a los perjudicados sin minimizar su problema ni echarles la culpa de estar en esta situación, ayudando a la víctima a aclarar sus ideas y rompiendo falsos mitos sobre el BDSM. En caso de que la agresión sea grave, hay que aconsejar el hacer la denuncia correspondiente, sin pararnos a pensar la polémica que podemos crear, ni la publicidad negativa para el BDSM, lo primero es la seguridad de la víctima y es muy importante acompañar a la persona a hacer el parte de lesiones y la denuncia, ya que sola, es un trago muy duro de superar. A pesar de todo debemos ser conscientes de que a veces, no podremos hacer nada, la víctima no quiere ser ayudada ni abrir los ojos, es lamentable, pero es así y no sentirnos culpables de no poder intervenir. 

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