“Cualquiera que sea tu historia, bienvenido. Has emprendido un largo viaje hacia la honestidad sexual y la revelación personal. Puede ser un camino arduo, pero es el único modo de conseguir lo que deseas. En el decurso, te parecerá que hay un montón desalentadoramente grande de conocimientos que aprender; no te deseanimes. El Amo más perverso del mundo, la Dómina más imaginativa, empezaron igual que tú hoy: curiosos, excitados y algo inseguros.”
Pat Califia,
“SM. Los secretos del sadomasoquismo”

jueves, 10 de marzo de 2016

Lainey Reese - Trilogía New York - Relatos cortos

Nota de la autora:
Publiqué esto el año pasado para Navidad y pensé en volver a hacerlo para todos aquellos que se lo perdieron… Feliz Navidad y espero que disfruten esta pequeña historia de nuestro trío favorito.

El regalo de Navidad

¿Qué regalo de Navidad le haces a un hombre que lo tiene todo? El típico dilema de la esposa. La plaga de Navidad que millones de mujeres sufren cada año alrededor del mundo. Ahora, doble problema, pensaba Riley, ya que no tenía uno, sino dos hombres a los que comprarles algo. Aún estaban en julio, pero siempre planeaba por adelantado cuando se trataba de la Navidad y ya estaba entrando en pánico.
Le había estado preguntando a ambos qué cosas podrían gustarles y los obstinados hombres le habían dado la misma respuesta: -Lo único que quiero es a ti -la misma respuesta de los dos expresada en docenas de formas distintas. Todo se juntaba para dejarla totalmente despistada. Bueno, pensó, solo tendré que ponerme creativa. Si lo único que quieren es a mí, entonces a mí me tendrán.
La idea le llegó cuando se marchaba de su clase de yoga. Había un folleto publicado en la puerta. Despierta a tu bailarina interna, decía, y aprende cómo hacer que tu hombre se siente y ruegue. Riley sonrió cuando se detuvo a leer más. Era ella la que siempre rogaba, ¿no sería bueno cambiar eso alguna vez?
-¡Pole Dance! -Chilló una de sus compañeras detrás de ella-. Siempre he querido aprender eso -le sonrió a Riley con un inequívoca sonrisa pícara-. Hazlo conmigo Riley -siguió-. Podemos aprenderlo juntas y luego comparar historias para ver qué hombre babea más.
-Jessi, -rio Riley-. No necesitas eso para hacer que cualquier hombre babee por ti -Riley estaba por negarse cuando la idea se encendió en su mente-. Pero, lo haré. Esto va a ser muy divertido.
Esa noche Riley les dijo a sus hombres que añadiría otra clase de gimnasia a su entrenamiento. Lo dijo de forma ligera y casual, no quería que hicieran preguntas o lo analizaran demasiado si la idea era que fuera una sorpresa. Gracias al cielo, tomaron la noticia con muy poco que comentar.
Cade solo dijo-: Vale, pero no te esfuerces demasiado y comiences a perder un montón de peso.
Mientras Trevor se unió con-: Sí, nos gustan todas tus partes suaves y blandas justo como están -así que estaba libre. Ahora lo único que tenía que hacer era aprender a bailar en la barra y luego descubrir la forma de meter una en casa por Navidad sin que ninguno de ellos lo notara.

****

-Lo primero que tenéis que hacer es dejar todas vuestras dudas en la puerta -la instructora era rubia, alta e impresionante, con un cuerpo formado a la perfección por todos los años como bailarina. Cami era una estrella moderadamente famosa en Broadway y sus clases no eran baratas pero cualquiera que asistiera a su academia sabía que estaba obteniendo clases de baile de la mejor en el negocio.
-Una vez que la música comience, tenéis que creer en lo que estáis haciendo. Tenéis que creer que sois lo más hermoso, elegante y sexy que vuestro hombre haya visto jamás -mientras hablaba deslizó una mano por la barra en frente de la clase y luego enganchó una rodilla alrededor-. Tenéis que creerlo y dejarlo salir por cada poro de vuestro cuerpo. Sois s.e.x.o con tacones, y solo si él es un chico muy… -se elevó e hizo un remolino alrededor de la barra-…. muy… -otro giro, su cuerpo se movió y se balanceó como el agua-…. muy bueno, cuando termines tu baile puede que dejes que te toque -ejecutó un giro brusco y se dobló hasta quedar boca abajo con las piernas tensas alrededor de la barra y las manos sobre sus pechos provocativamente-. Chicas, si hacéis lo que os digo, él rogará lamer el sudor de vuestros cuerpos cuando hayáis terminado.

Octubre…

-Cami, ¿tienes un minuto? -Riley estaba sudada y cansada y le dolía cada músculo de su cuerpo. Bailaba tres días a la semana y sabía que era bastante buena. Pero no quería ser buena, quería ser increíble. Quería dejar alucinados a Cade y Trevor y tenía una idea en mente que creía que haría el truco.
-Claro, Riley, -dijo Cami-. ¿Qué ocurre?
-Bueno, me preguntaba. ¿Has bailado alguna vez con dos barras?

Noviembre…

-Uno, dos, tres, cuatro. Más bajo, más bajo. Mantén tu pierna derecha recta. Impulso, giro, impulso y de nuevo, giro y detente -el ritmo era agotador y Riley nunca había estado tan dolorida en su vida. Llevaba más de un mes tomando clases particulares de Cami, y Riley comenzaba a pensar que la rubia la odiaba. La presionaba y gritaba y esperaba que Riley hiciera cosas que solo personas sin la mitad de sus huesos podrían lograr. Pero Riley las hacía. Una y otra vez.
Sus hombres estaban un poco disgustados. Riley los había desobedecido y ahora sus partes blandas eran casi inexistentes. Su abdomen había perdido su sensación de suave cojín y en cambio ahora comenzaba a mostrar sus músculos definidos. Sus muslos aún se tocaban, pero estaban delineados. Su culo aún estaba ahí también. Solo que más alto y redondeado que antes. Trevor había comenzado a llamarla “sacabolas”. Cuando le preguntó por qué, dijo que era porque su trasero parecía como dos bolas de helado de su sabor favorito.
De todas formas, no había perdido mucho peso porque estaba siendo reemplazado por músculo y los hombres no se quejaban demasiado. Trevor era más sutil al respecto y comenzó a traerle muchas de sus comidas favoritas.
Cade era más directo, solo le advirtió-: Si estás haciendo esto porque te diviertes en tus clases, genial. Si estás perdiendo peso a propósito, déjalo ya. Si te pillo saltándote comidas voy a zurrar tu culo.
 -De acuerdo, Riley -gritó Cami-. Buen trabajo hoy, tienes lista esta parte de la rutina. La próxima clase quiero que trabajes en tu transición a la siguiente fase, por cierto, tienes que trabajar en tus splits.


Diciembre…

-¡Seis, siete y ocho! -Cami terminó con un grito-. ¡Vaya, eso ha estado perfecto! Ni siquiera soy lesbiana pero te follaría en este momento si me lo pidieras -le dio a Riley una sonrisa y apagó la música-. Diría que mi trabajo aquí está listo -Riley se rio y sacó su botella de agua para un largo sorbo. Todavía no podía lograr la rutina sin sudar pero al menos solo respiraba un poco acelerado y ya no jadeaba como un caballo desbocado cuando terminaba.
-Ha estado bien, ¿no? -Preguntó entre sorbos-. Lo he hecho tantas veces que creo que podría hacerlo mientras duermo, pero tengo miedo de estropearlo en Navidad.
-No lo harás. Lo tienes dominado. ¿Has llamado al carpintero del que te hablé?
-Sí, es increíble y va a instalarlo todo en la víspera de Navidad mientras estamos con la familia en Connecticut. Estoy tan nerviosa. ¿Qué pasa si lo hago mal y no les gusta? Habré instalado un mini escenario de baile en mi dormitorio para nada.
Cami puso una mano tranquilizadora sobre los hombros de Riley y dijo-: He hecho la coreografía de este baile yo misma. Te he entrenado en cada aspecto y te he presionado hasta que lo pudieras hacer con los ojos cerrados. Es seductor, caliente y tú eres sexy como el infierno. No van a saber qué los golpeó, cariño.

¡NOCHEBUENA!

Tan pronto como las puertas del ascensor se abrieron, Riley salió disparada como una bala.
-Tengo que preparar vuestros regalos, quedaos aquí hasta que os llame, ¿de acuerdo? -Gritó mientras corría por el pasillo. No captó lo que le preguntaron, estaba demasiado ansiosa por comprobar las instalaciones como para poner atención. Solo esperaba que el carpintero le hubiera hecho honor a su reputación porque no tenía tiempo de hacer una prueba. Si las luces y la música no estaban en sincronización como debían, todo se iría a la mierda. Sacó la caja que tenía escondida bajo la cama y comenzó a cambiarse mientras miraba lo que había instalado en su dormitorio.
Suelo de madera, luces en el techo y no una sino dos barras plateadas. Se podían quitar fácilmente, se sacaban y se guardaban bajo la cama, y los agujeros en el suelo y techo tenían tapas que se adaptaban sobre ellos para hacerlos menos visibles. Logró que el carpintero hiciera las modificaciones a la sección del dormitorio que tenían designada para jugar y los ganchos que ya estaban en el techo seguían ahí junto con otros que ella había decidido añadir. Todo lucía justo como ella esperaba, y se puso una mano en el vientre para calmar las ranas que de pronto comenzaron a saltar, se colocó en posición y apagó las luces.
-Eh chicos, -gritó con una voz sin aliento por los nervios y la excitación-. ¡El espectáculo va a comenzar!
Entraron y escuchó a Cade maldecir cuando chocó con una de las sillas que había puesto para ellos-. Tomad asiento y guardad los aplausos para el final -esperaba sonar misteriosa y sensual, temía sonar asustada y estúpida. No podía verlos, pero supo que tomaron asiento, todo ruido se detuvo y el aire se cargó con anticipación.
Había llegado el momento. Casi seis meses de sangre, sudor y lágrimas estaba por dar sus frutos. Riley se dejó creerlo. Respiró hondo y dejó salir el aire con todas sus dudas y miedos. Esto era por ellos. Sus amores, su corazón y alma. Estaba bailando para ellos. Desde el primer momento que posó sus ojos sobre ellos la habían vuelto loca de lujuria. A menudo la reducían a un lío tembloroso y sin sentido y la dejaban rogando por más. Bueno, ahora era su turno.
Pulsó el mando a distancia y lo arrojó sobre la cama. Tenía cinco segundos para ponerse en posición y solo necesitó la mitad. El primer sonido de la música se coordinó con la primera luz. Fue la luz en la barra detrás de ella así que mostró su silueta tendida sobre la otra barra. Sonrió al escuchar la respiración acelerada de los hombres. Segundo pulso de la música, segunda luz, ésta justo por encima de ella. Podían verla ahora. El sombrero fedora, camisa blanca abotonada con una corbata suelta alrededor de su cuello. Llevaba una minifalda negra con un corte a cada lado para mostrar sus medias altas y tacones aguja que se envolvían alrededor de sus tobillos. Mantuvo la cabeza baja y esperó al siguiente ritmo de la música y las últimas luces. Y la sonrisa se amplió cuando oyó el silbido bajo de apreciación de Trevor, y a Cade murmurando-: No me jodas.
  Las luces del suelo la golpearon en un semicírculo completo y el comienzo de “You can leave your hat on” de Joe Cocker llenó la habitación. No era demasiado rápida ni demasiado lenta, y la voz de Joe era grave perfección mientras la animaba a quitarse todo menos su sombrero. Se deslizó hacia abajo por la barra hasta que su trasero estuvo a menos de un centímetro del suelo, sus manos sobre ella, acariciando la barra antes de sujetarla con fuerza y saltar hacia arriba y alrededor con las piernas dobladas para darle a su cuerpo una sensual curva de S.
Se detuvo y bajó las piernas al suelo con un chasquido, a nivel de los hombros. Estaba de pie entre las barras, con una mano en la de enfrente y la otra en la que estaba detrás, se deslizó lenta y suavemente hasta un split.
Los hombres observaron, mudos y excitados y no movieron ni un músculo a medida que se abría la camisa y de un tirón arrancaba todos los botones. La dejó suelta sobre sus hombros mientras se inclinaba hacia adelante y salía de su Split con gracia felina hasta que estuvo sobre sus manos y rodillas al borde del escenario.
Pies arriba, espalda arqueada así que su culo estaba alto, bajó los hombros en un movimiento fluido y luego golpeó los pies contra el suelo y enderezó las piernas. Balanceo de caderas, después hacia abajo, se enderezó y afuera la camisa.
Uno, dos, tres pasos rápidos y arriba. De un salto se aferró alto a la primera barra y sus piernas se envolvieron como una liana alrededor del metal mientras soltaba las manos y arqueaba la espalda para tomar la segunda más abajo y luego un giro de sus caderas y se estaba moviendo contra la barra con el ritmo azotando a través de su sangre. Luego los movimientos dejaron de serlo y solo fue ella y la música y los hombres a los que les estaba bailando. Estaba mojada y excitada y sabía que en el segundo en que la tocaran se correría.

****
Cade estaba más que duro.
Observaba a Riley bailar y balancearse y perderse en lo que estaba haciendo. Estaba conectada con ellos y ellos con ella a su vez y mientras les hacía el amor a través de su baile su necesidad se volvió salvaje. Sus ojos la siguieron mientras giraba y doblaba su cuerpo de formas que ni siquiera él pensaba posibles. Sin quitar los ojos de Riley se abrió la cremallera antes de que el cierre pudiera hacerle un daño permanente. No necesitó apartar su concentración de Riley para saber que Trevor estaba haciendo lo mismo.
Su cuerpo estaba cubierto de una brillante niebla de sudor y eso junto con las medias altas y los tacones eran lo único que tenía puesto ahora. Bajaba, se balanceaba y arqueaba y cada movimiento era elegante y pecaminoso a la vez. Hizo un Split de nuevo y escuchó a Trevor hacer un sonido que solo hacía durante el s.e.x.o. Entonces, cuando Riley se levantó pasando la lengua por una de las barras fue su turno de darle un sonido de s.e.x.o. Era fascinante. Era increíble. Si no terminaba pronto iba a subir al escenario y saltar sobre ella.
Un giro final y un arco de su espalda y estaba lista. La canción se desvaneció dejando a Riley con los tobillos cruzados sobre una de las barra, su espalda arqueada hasta que su cabello caía sobre el suelo y sus manos aferradas sobre la otra. Cade se levantó despacio, sorprendido a medias de no estar corriendo a medida que avanzaba hacia Riley, quitándose la camisa mientras lo hacía. Trevor llegó a ella al mismo tiempo y sin preámbulos su cabeza bajó hasta la dulce carne entre sus piernas. Cade observó mientras no perdía tiempo con los preliminares y le lamía el clítoris sin piedad. Riley, conociéndolos y sabiendo lo que esperaban, se quedó donde estaba, y lo haría hasta que le dieran la orden de moverse.
Cade doblo las rodillas hasta que su p.o.l.l.a quedó a su nivel y Riley lo tomó con placer codicioso y un gemido ansioso que sintió vibrar por toda su columna. Se inclinó para capturar sus deliciosos pechos en sus manos y apretó y acarició mientras sus dientes mordisqueaban de un pezón al otro. Su lengua lamió y succionó y entonces la pasó por entremedio del valle.
Con un gemido se retiró de su boca y deslizó su p.o.l.l.a palpitante entre sus pechos. Los apretó mientras empujaba, consumido por la visión y la sensación de deslizarse dentro y fuera de ese valle delicioso. Entonces con un grito ella se corrió. Trevor no se alejó ni tampoco lo hizo Cade, continuó pellizcando y tirando de sus pezones para aumentarlo mientras Trevor la llevaba a un segundo pico más alto con su boca antes de que el primero siquiera tuviera la oportunidad de desvanecerse.
-Muy bien, arriba, nena -dijo Trevor. Cade dio un paso atrás y pasó una mano detrás de su cuello para ayudarla a levantarse-. Te ves tan jodidamente sexy. Nuestra perfecta bailarina. Hermosa ¾murmuró Trevor cuando pasó un brazo bajo cada una de sus piernas y la levantó. Estaba lo bastante flexible ahora como para doblarse completamente y sus pantorrillas quedaron sobre los hombros de Trevor cuando deslizó su p.o.l.l.a en casa y comenzó a empujar.
Cade se tomó un momento para observar y apreciar la simétrica belleza de la posición. Los encantadores globos de su culo abiertos y libres para él con sus hermosas piernas dobladas cómodamente fuera del camino.
Trevor trabajaba a un ritmo profundo y circular que nunca fallaba en hacer que su esposa se corriera y Cade quería estar en ella cuando corriera. Se paró detrás de ella y puso su p.o.l.l.a entre esas perfectas nalgas.
-¿Estas lista para mí, Ry? -Preguntó, empujando solo un poco para dejar que se ajustara-. ¿Estás lista para nosotros? -Tiró su cabeza hacia atrás usando un puñado de su cabello y la besó largo y profundo, luego se deslizó lento e implacable mirando en sus ojos.
-Dios, te amo tanto. Demasiado -tenía mejores palabras para ella. Palabras de elocuencia y estilo. Se había graduado en una jodida universidad de la Ivy league ¡por todos los cielos!, pero ella lo tenía reducido al nivel de un cavernícola con su actuación y fue lo mejor que pudo hacer. Obtendría elocuencia más tarde, ahora mismo tendría que conformarse con ser el hombre de las cavernas.
Se retiró y bombeó de vuelta con un sonido primitivo de hambre y luego dejó que sus caderas volaran. Trevor mantuvo un suave ritmo unido a los embistes que él hacía y Riley colgaba entre ellos, su cuerpo se mantuvo casi inmóvil debido a la posición.
Era pura perfección y no pudo durar, no después del baile, nunca lo hacía cuando estaba en su apretado culo de todas formas.
Apretó sus hombros y le dijo-: Prepárate -luego uno. Dos. Tres duras acometidas hacia el Nirvana que era Riley y se estaba corriendo. Corriéndose con un gemido gutural que sonó más a animal que a hombre y Riley detonó ante el sonido, como a menudo lo hacía y su propio o.r.g.a.s.m.o estalló con la fuerza de un vendaval.
Trevor duró más pero nunca podía resistirse si se mantenía enterrado en Riley mientras se corría, esta vez no fue la excepción. Lo encendió y se corrió con una ráfaga de rápidos embistes.
-Increíble, Riley -dijo Cade mientras acunaba su cabeza y hombros-. Siempre me asombras.
Los tres se aferraron el uno al otro y temblaron con las secuelas del o.r.g.a.s.m.o, sostenidos por las barras, que Cade decidió eran el mejor regalo de Navidad que alguna vez había recibido.


Fin

***

Nota de LAINEY REESE, la autora:

El día de San Valentín se acercaba con rapidez y estaba muerta de curiosidad por saber qué le regalaría Brice a Terryn. Pero había un pequeño problema… ¡El testarudo hombre se negaba a decírmelo! ¡Dijo que yo no podía mantener un secreto! ¡Uff! ¿Qué sabe él? Así que no tuve opción. Tuve que espiar un poco.
¡No os lo vas a creer! Por “casualidad” me encontré con el teléfono de Brice y pensé… ¿Por qué no? Y entre sus mensajes encontré, no solo lo que estaba planeando para Terryn para San Valentín, ¡sino que incluía a Cade y Trevor también! Ahora, lo compartiré con vosotras la conversación del whatsapp entre ellos tres, si me prometéis no dejar que las chicas se enteren, porque... les va a encantar, y me sentiría horrible si les estropeáramos la sorpresa.

¿Veis? Puedo mantener un secreto. Echad un vistazo al chat…

EL DÍA DE SAN VALENTÍN

Brice: Oye. Quiero hablar con vosotros sobre San Valentín. ¿Tenéis algún plan?
Cade: Le he comprado a Riley una gargantilla de diamantes. Se verá increíble alrededor de su cuello. Ese joyero nuevo que encontré en el Soho la ha hecho personalizada. ¿Quieres su número? Te garantizo que te encantará su trabajo.
Trevor: Sí Bri, es el mejor. Le he encargado que modifique unas esposas para ella. Le añadirá una larga cadena de plata y les incrustará polvo de diamantes y unos rubís gigantes que compré en nuestro último viaje a Francia. Le va a encantar.
Brice: Envíame el número, pero yo hablaba de planes para la noche, no de regalos. Ya le he comprado a Terryn pasajes de avión. Nos vamos a Rio de vacaciones el mes que viene.
Trevor: Uff… no me lo recuerdes. El trabajo de las chicas se desmorona cuando ella se marcha por mucho tiempo. ¿Seguro que necesitas toda la semana, Bri?
Brice: Si le mencionas algo sobre acortar sus vacaciones, te pondré un arma homicida en tu coche y te detendré con cargos.
Cade: Lol. Me gustaría verlo.
Trevor: Solo bromeaba. Dios. Aprende a aceptar una broma.
Cade: Entonces, Brice, ¿Qué tienes en mente?
Brice: Noches de Arabia.
Cade: Suena sexy. Continua.
Trevor: Sí, caliente. Me apunto.
Brice: He pensado que podemos reservar una de las salas de juego del club. Ahí es donde entras tú, Cade.
Cade: Vale. Puedo hacerlo.
Brice: Hablo de hacerlo a lo grande. Paredes cubiertas con seda. Colores atrevidos. Dorado, bronce, burdeos… todo lo que funciona. Y almohadones gigantes en vez de una cama.
Cade: Tengo la sala perfecta en mente. Se ha usado para un tema similar antes así que será perfecta. Hay un par de barras que podemos envolver con seda y atar a nuestras damas también.
Trevor: ¡Oh Dios! Ya puedo verlo. Por favor decidme que las vamos a vestir como Mi Bella Genio.
Brice: Sí. De la cabeza a los pies, Trev.
Cade: ¿Cómo convencemos a las damas?
Brice: Yo pensaba en secuestrarlas.
Trevor: JAJAJAJA.
Brice: Les diremos que se reúnan con nosotros en el restaurante y cuando lleguen, hacemos que Candy y un par de las subs del club disfrazadas las intercepten y las lleven al Cuarto Húmedo para su “preparación”.
Cade: Hmm, “preparación”. Me gusta como suena eso. Les darán el tratamiento completo. Baño, masaje, aceites y luego toda la vestimenta de genio. Cabello, velos…
Trevor: Oooh… y esos diminutos tops con las joyas colgantes.
Brice: Ahora lo habéis entendido. Mientras tanto, nosotros estaremos esperando vestidos como jeques con la comida apropiada para alimentar con las manos a nuestras “esclavas” después de que hayan bailado para nosotros.
Cade: …Me pregunto. ¿Trev? ¿Piensas lo mismo que yo?
Trevor: Siempre. Hazlo.
Cade: Brice, hace tiempo que no tenemos el placer de disfrutar de tu dirección.
Trevor: Oh sí. Eso será genial.
Cade: En vez de tres jeques, ¿Qué dirías de un jeque y sus dos guardias armados?
Trevor: Podemos tener esas grandes espadas curvas y vestir esos tipos de pantalones de seda y brazaletes en los brazos y nada más. A Riley le encantará eso. Podemos ser los que capturemos a las chicas y te las llevemos.
Cade: Entonces nos puedes dirigir en qué hacer a nuestros preciosos tesoros robados.
Trevor: Dios. Tengo que parar. Estoy trabajando y pensar en esto me hará imposible terminar el día.
Brice: Me lo estoy imaginando. Terryn atada a mi lado mientras la acaricio. La haré esperar y observar mientras vosotros dos seguís mis instrucciones hasta que tengamos a Riley gritando y rogando. Apenas puedo esperar.
Trevor: Eso es todo. ¿Cade? ¿Dónde está Ry?
Cade: Creo que está en el centro de chicas hoy.
Trevor: Déjalo. Dios sí existe. ¿Y adivináis qué, idiotas? Le gusto más que vosotros. Bueno, me voy. Riley acaba de entrar a mi oficina… qué buena sorpresa. Cerraré la puerta con seguro y le daré una buena sorpresa a cambio. Adiós.
Cade: ¡Mierda! Voy para allá.
Trevor: Tráete tu llave.
Brice: ¿Trevor?
Brice: ¿Cade?
Brice: ¿Chicos?
Brice: Os odio.


      Fin

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